La Leyenda de los iwi

29 de diciembre del 2024
Leyenda

En una tierra mágica, escondida entre los verdes valles de Quillota, existía una antigua tradición de crear seres extraordinarios hechos de madera, PLA y metal. Estos seres eran conocidos como los iwi, y cada uno de ellos tenía una característica única: la capacidad de absorber y reflejar la personalidad de quien los adquiriera.

La leyenda cuenta que, al fabricar un iwi, los artesanos tallaban con esmero un pequeño corazón en el pie derecho de cada uno. Este corazón, aunque aparentemente inanimado, era especial. Tenía el poder de grabar en su interior las vibraciones y la esencia de su nuevo dueño/a. Al ser recibido, el iwi absorbía, a través de la madera, todos los aspectos de la personalidad de su propietario/a , desde sus sueños y alegrías hasta sus miedos y esperanzas.

Una vez que el iwi había absorbido esta energía, su misión sagrada comenzaba. Se decía que los iwi, con sus corazones impregnados de amor y personalidad, resguardaban las buenas vibraciones de su dueño. Los protegían de malas energías y les recordaban siempre quiénes eran en lo más profundo de su ser.

No importaba cuánto tiempo pasara, el vínculo entre el Iwi y su propietario se mantenía firme. En momentos de tristeza, el iwi irradiaba calidez y consuelo. En tiempos de alegría, compartía la felicidad y multiplicaba las risas. Este lazo espiritual hacía de los Iwi más que simples objetos: eran guardianes de almas y portadores de buena fortuna.

Generaciones enteras crecieron escuchando la leyenda de los iwi, y muchos emprendieron viajes a Quillota con la esperanza de encontrar aquel ser que conectara con su corazón. Y así, la magia de los iwi continuó floreciendo, demostrando que, con amor y cuidado, la conexión entre las personas y la naturaleza puede crear maravillas que trascienden el tiempo.

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